lunes, 23 de julio de 2007

Planes

En estos días y durante el mes pasado y ya en Mayo, se oye, por ejemplo: “he pedido unos días de vacaciones en Junio y otra semana más adelante”, “no tengo vuelo para el mes de Julio, intentaré irme en Agosto”, “aprovecharé estos días para pintar el pasillo”, “queremos mirar un viaje largo, haremos cuentas”, “he pensado en ir unos días a la playa”, “hemos quedado con mis hermanos para pasar unos días juntos”.
Planes, planes, planes...
Sí, planeamos qué hacer, dónde ir y con quién. Nos organizamos los días para ver a ese amigo con el que no quedamos hace tiempo, para tomar un café con un antiguo compañero de trabajo. Buscamos billetes de tren, vuelos, destinos... Planes pequeños y grandes planes. Organizamos las semanas, los días, para que el tiempo cunda, para disfrutar y sacarle partido al verano.
Y es genial.
Sí, es genial hacer planes.

Pero recuerdo otros veranos en los que no se hacían planes, en los que no era necesario planear nada.
Yo que era una chica de ciudad pero que “tenía pueblo”, recuerdo de pequeña, como tantos otros, marchar a pasar el verano con los abuelos a ese pueblo en el que no se hacían planes.
Porque todo consistía en ir algún día al río y muchos días a la piscina, en “correr la bici” con los amigos, en acercarse al pueblo de al lado si apetecía, en jugar a lo que nos diera la gana...
No, claro que no se hacían planes. Ni siquiera para el día siguiente, porque el verano era un día y otro día y otro y otro y otro más...y nunca fue más cierto y llevado a la práctica de forma más inconsciente eso del “carpe diem”. El tiempo no es que se detuviese, es que simplemente no existía.
Aquellos veranos eran de los de verdad, de los de 37 y 40 grados sin aire acondicionado, de los de un rato por la mañana hacer cuadernillos de deberes (me encantaban los de matemáticas...me veo con mi “bic naranja que escribe fino” y mi “bic cristal que escribe normal” recuadrando un tres novenos igual a un tercio). Eran veranos de subir pequeñas colinas que nos parecían el Everest, de correr por las calles, de recoger perros abandonados, de llevar permanentes “escorchones” en las rodillas, de comer los mejores helados del mundo, aquellos helados caseros que mi tía nos preparaba todos los días...
Claro que no había planes. Como mucho, mirar a ver si las gallinas habían puesto algún huevo o si habían nacido por fin los gatos...o elegir el libro o el tebeo que una insomne como yo estaba deseando leer durante esas horas de siesta y obligatorio silencio absoluto.
¿Planes? No se necesitaban planes para tomar el arroz con leche que hacía mi abuela, o las galletas con sabor a canela de mi otra abuela. Ni para tumbarse por las noches y sentir el calor del suelo en la espalda y mirar las estrellas y oír los grillos.


Sí, es verano, planeamos encuentros, actividades, viajes.
Y es genial.
Pero algún verano podría renunciar a todo sólo por volver, durante un día, a tener nueve años, y no saber que el tiempo pasa y que el verano se acabará. Volver a comer un helado de los que hacía mi tía...o el arroz con leche y las galletas con canela de mis abuelas.
Algún verano podría volver a tener mi bici roja y renunciar a todos, a casi todos los planes para, simplemente, no tener ningún plan.

Foto de J.Melendo

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo de que cuando éramos niños el tiempo no se detenía, más bien no existía.
Tus palabras me han traído tantos recuerdos de aquella inocencia perdída. Yo también lo darpia todo por vivir un día de esos.

Besos desde Ohio

Cosette dijo...

Que recuerdos... mmmm. Sí, ójala pudieramos volver a esa edad aunque sea unos días. Eso si es vida. Aunque bueno, cada época tiene su parte positiva, es con lo que nos tenemos que quedar :)

Besos

Cosette dijo...

PD: de quedarte con Derek na de na, eh? jajaja

CRISTINA dijo...

Cosette, por favor, no seas así...déjame un ratito al dr...venga, cambio planes y bici roja por un ratito con Derek Shepard...

Ben, ¿cómo va el verano por Ohio? Me hace ilusión que me leas desde tan lejos.

D. dijo...

Joder q envidia me estas dando, veranos de 3 meses y medio, donde la mayor preocupacion era esperar una hora despues de comer para que no se cortara la digestion, donde a la hora de la cena solo entrabas 1 minuto a casa a por el bocadillo y volvias a salir corriendo.

Anónimo dijo...

Precioso post: la cantidad de detalles que tenía olvidados y que me han venido de nuevo a la memoria al leer tus palabras: los cuadernillos de vacaciones por la mañana, los helados preparados por las abuelas, las galletas de canela, el pueblo de todos los veranos..Yo añadiría las zapatillas victoria que ahora he vuelto a comprarme (el otro día) y que mi abuela nos compraba todos los veranos para el verano en el pueblo...Qué nostalgia de aquellos veranos.. De todo ellos aún m equeda la costumbre de no hacer planes, los odio, un besote de galleta de canela

Anónimo dijo...

Y de verdad no importan las distancias. Y yo no he vivido pueblos, pero sí la gran diferencia entre un barrio y otro en Capital Federal. Y te leo y mi imaginación juega con la infancia en la casona de los abuelos maternos barrio, barrio de Palermo, donde el tiempo no existía... de verdad no existía.
Y quizás me hayas llevado allí también por el arroz con leche que hacía mi nona, como nadie. Y los licuados de banana bien fríos con pedacitos de hielo quebrados dentro de una servilleta.
Los paseos en bici, la ida a los bosques y al río.
Es tan fuerte ese puente cono mis abuelos, los extraño tanto!

Planes... y la vida, bueno ya lo dijo Lennon verdad?

Un beso Cristina

Arquitecturibe dijo...

.... Como han cambiado mis planes! cambié de planear un paseo para nadar en un lago a planear dormir en la casa de alguien, cuando la invitación aun no ha llegado.
planes y planes y planes.... espero que acaben los mios también!

Mariluz Barrera González dijo...

Ya no se si el planear sea bueno o malo... el problema es que con eso de que todo debe ser premeditado, hasta los hijos son planeados...entonces no concibo un mundo sin los planes... y es que lo peor no es tenerlos o no tenerlos sino aprender a vivir con las circunstancias...tal vez en nuestra infancia los adultos eran mas libres a lo que se les presentaba y por consiguiente nuestra infancia fue mas libre, ahora...nuestros hijos fueron planes y lo que les continúa...tambien.

Un beso grandisimo.

Cosette dijo...

Venga vale... te lo dejo pero un ratito, ¿eh? jeje

senses and nonsenses dijo...

mis veranos de infancia fueron iguales a los tuyos, ...tan iguales. me hace gracia el post, porque precisamente este año que no tengo planes estaba pensando en subirme unos día.
...porque desde que murieron los abuelos ya sólo voy a bodas y funerales.

creo que cuando me aleje del mundanal ruido de las ciudades volveré allí. ..donde aún se pueden ver las estrellas, el aire es "puro" y el tiempo transcurre como un largo río tranquilo.

un abrazo.
pd. me encanta la foto...

Unknown dijo...

excelentemente cierto, por la manera tan franca de decirlo...

en las vacaciones de julio me iba al rancho... no precisamente por vacaciones si no porque ahi vivian mis padres... en la mañana me iba con él a trabajar en el cultivo de maiz, tomate, calabazas, chiles, melones o sandías o lo fuera, las tardes eran mias como dice la cancion de fito paez, recuerdo un enorme alrbol de mango, (ahora no se me hace tan enorme pero cuando era niño era una montaña una nube un planeta una enorme cueva, era lo que yo quería. Debajo yo construia ciudades, maquinas de volar. O en las tarde aveces me iba de pesca con mi hermano o a arrear el ganado.

Tengo la impresion de que cuando regreso (mis viajes a ese lugar son cada vez mas esporádicos e infrecuentes, pues mi padres ya viven acá) pienso que ya nada es mio, que ese lugar se ha esfumado muy lejos, que las cosas que están ahi y que que estaban antes (el arbol de mango, el de ciruelas, la cerca) ya no me conocen o me miran con cierto recelo.

cerrar los ojos es viajar en el tiempo, si decides prender los motores del recuerdo. Buen viaje.

saludos y un abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias por recordar mis recuerdos.
Los que siento al llegar a mi pueblo, sentido y dolido, actualmente.
Yo también me acuerdo de mis recuerdos tenidos en días que transcurrían blandos, inconscientes, suaves y sin sentido de todos aquellos veranos.
Siento que ya no existen actualmente, pero existieron para mí y para mucha gente.
Todos los veranos, además de divertirme y sentir el calor dentro y fuera de mí, trabajaba en muchas ocasiones con mi padre; unas veces con gusto y la mayoría no, pero, cuánto lo hecho de menos.

¡Gracias por el post, me ha devuelto mucha niñez y mucha felicidad infantil!

POSITRON

CRISTINA dijo...

No sé dónde leí que la infancia es el lugar que más puede unir a la gente, la única "patria" común, y es cierto...
Sí, añadamos la famosa hora de "tienes que hacer la digestión", los bocadillos comidos sentados en cualquier acera, nadar en un lago, los ríos tranquilos y el aire puro...¡las zapatillas "victoria", por supuesto!...añadamos ir de pesca, ayudar en el campo...
MªLuz, creo que los niños ahora tienen más "cosas" pero son menos libres.
Mar, no me olvido de que hace poco nevó en Buenos Aires, así que podemos cambiar los recuerdos de verano por los de invierno y los helados por un poquito de chocolate caliente. Y sí, Mar, yo también echo de menos a mis abuelos, sí Positrón...y a más personas.
Recordar a veces, nos pone tristes, pero esa es la señal de que eso que recordamos, durante un tiempo nos hizo muy, muy felices.

CRISTINA dijo...

Ah...la foto, Senses, es de José Antonio Melendo. La encontré por casualidad por internet. Tiene otras muy muy bonitas.

Caronte dijo...

qué feliz es la vida sin preocupaciones...

AnCris dijo...

Si se pudiera... volver a percibir el aroma de los atardeceres, los horizontes salpicados de luciérnagas y como bien decís: no pensar en el tiempo porque el tiempo no existía...
Pero queda el recuerdo y la certeza de que una vez estuvimos allí...

Un beso desde el Sur del Mundo

RBD dijo...

Parece que varios se han quedado como yo, viendo un poco al horizonte para tratar de recrear esos recuerdos que trajiste a colación. Esa infancia irrepetible en la que no hay tiempo y no se sabe qué significa la palabra plan. Capturaste con esta entrada justo lo que más añoro de vivir en Huásabas, mi pueblo "natal". Gracias por eso,

Rafael Barceló Durazo

 
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