sábado, 24 de noviembre de 2007

¿Bailamos?

Hay que esperar a que sea de noche, y dejarse llevar. Sí, la escena se disfruta más si se ve de noche.

Conviene no tener reservas con la música. Porque suena “Save the last dance for me” en la voz de Sam Cooke, un tema deliciosamente soul.

Mejor no tener miedo a pasarse de sentimental. Simplemente hay que dejarse llevar.

Es preferible asumir los tópicos y creer firmemente en esas estrofas de la canción que dicen:
“Baby don't you know I love you so
Can't you feel it when we touch
I will never never let you go
I love you oh so much”


Y es imprescindible no tener prejuicios estúpidos. Y así disfrutar de estos minutos, ya lejanos, de la primera temporada de “Queer as folk”.
Y dejarse llevar por la sonrisa iluminada de Justin, por el guapo e increíblemente sexy Brian Kinney, aquí menos canalla y más encantador que nunca, dejarse llevar por sus pasos en la pista, por su boca...

Simplemente, dejarse llevar. Por la escena y por la música. Y por ellos dos.

¿Bailamos?



Dedicado a todos los chicos que saben bailar y besar al mismo tiempo.

lunes, 12 de noviembre de 2007

It´s Only Rock´n´Roll

Tan nuevos, tan refrescantes y ya tan clásicos.
Tan sencillos, que no simples, y tan completos.
Tan neoyorquinos, con ese sonido garage tan americano.
¡Tan, pero tan buenos!

¡Mesdames et Messieurs, Ladies and Gentlemen, Damas y Caballeros...con ustedes!:

¡¡¡ THE STROKES !!!




Y aquí versioneando nada más y nada menos que “Life is a Gas”

Como decían los Rolling, It´s Only Rock´n´Roll (But I Like It)

Larga vida a los Strokes

Ramones forever

jueves, 1 de noviembre de 2007

Mi memoria



Mi memoria no se la debo al psoe ni a la Ley que llega, sí, pero tarde y con más ruido que nueces.
Mucho menos a ese pp que no quiere recordar, aunque a Franco lo dejarían de recuerdo en todas las plazas.

Mi memoria es la de mi abuelo y el hermano que unos meses antes de la Guerra, en un mitin, se pronunció a favor de los trabajadores. Mi memoria es la de aquellas palabras que le costarían la vida.
Es la de mi tía, socialista de las de entonces, apresada por ello y exhibida en la iglesia, con la cabeza rapada, mientras el cura decía misa.
Mi memoria es la de aquella amiga de la familia a la que visité hace unos años y que ya muy anciana seguía recordando y contando cómo mataron a su marido y a su hermano.
Mi memoria es la de mi bisabuelo, cogido como rehén por los fascistas cuando tomaban el pueblo.
O la de su sobrina que hace cinco años encontró en una fosa común los restos de su padre fusilado y colocó una lápida con letras escribiendo los nombres de los muertos en un intento de dignidad. Mi memoria es la suya que siempre recordará esas letras, tan sólo unos días más tarde, arrancadas y tiradas por el suelo.
Mi memoria es la de aquellos vecinos y amigos de mi abuela que tuvieron que huir a Francia y que acabaron en un campo de concentración.
Es la de mi tío recordando lo que le contaba su madre sobre uno del pueblo. Uno que “decía” nombres al ejército fascista recién instalado y que a cambio recibía diez duros por denuncia.
Mi memoria es la de mi abuela contando cómo al caer la tarde fueron a buscar a su hermano, y cómo lo encontró unas horas más tarde en la cárcel, apaleado y tirado en el suelo. Mi memoria es la suya cuando recordaba que le fusilaron al amanecer, que sólo tenía veintiún años y que no encontraron nunca ni su cuerpo ni el de todos los que mataron ese mismo día con él.

Sí, mi memoria es la de todos ellos. Que tenían nombres y apellidos. Tenían padres, amigos, hijos, un vida. Y tenían esas caras de las fotografías que yo veía con mi abuela en grises y sepia.
En unos tiempos en los que muchos no sabían ni leer ni escribir, ellos tenían cierta cultura e inteligencia. Y las utilizaban para militar buscando pacíficamente justicias y libertades, consiguiendo por ejemplo indemnizaciones para trabajadores accidentados, pidiendo mejoras para los obreros de la fábrica del pueblo...
Por eso, a aquéllos que debo mi memoria, les persiguieron, encarcelaron, les obligaron a huir. Dejaron a sus familias con dolor y miedo para siempre. A bastantes de ellos, incluso, los mataron.
Y todo éso les pasó, como a tantos otros, a pesar de que nunca, jamás, habían hecho ningún daño a nadie.

Lo menos que se merecen es mi memoria.

 
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