lunes, 23 de abril de 2007

Que Tengas Suertecita

El video se oye mal y se ve peor... pero el mensaje, el deseo, están claros...

"Que tengas suertecita,
que te conceda la vida, cada día, lo que mereces.
Que no te falte de nada, que no te de la espalda, la esperanza.
Que encuentres el buen camino, que sea el tuyo y no el mío
y si es el mismo, enséñamelo.

Que no hagas caso de aduladores,
que no te fíes de los vencedores,
ganando competiciones, elecciones y popularidad.

Que tengas suertecita. Que tengas suertecita.

Que no te falte capacidad,
para discernir el más acá del confuso más allá,
que es realidad aparte.
Que no pierdas más el tiempo, que ser el rico del cementerio,
no es buen invento y es peor epitafio.
Que no te falte esa canción, que repare tu corazón,
en el momento peor, que hayas conocido.

Que tengas suertecita. Que tengas suertecita.
Que tengas suertecita. Que tengas suertecita.
Que tengas suertecita. Que tengas suertecita.
Que tengas suertecita. Que tengas suertecita."

“Que Tengas Suertecita”
Enrique Bunbury

sábado, 14 de abril de 2007

Hoy, 14 de Abril


Al leer el último post de Caronte se me ha ocurrido que:

con más romanticismo que carga política, con más nostalgia que sentido práctico, y con el recuerdo para todos aquellos que, pagando incluso con su vida, lucharon por ella, hoy, 14 de Abril: ¡salud y República!

viernes, 13 de abril de 2007

Юрий Алексеевич Гагарин


Hoy, 12 de Abril, se celebra en Rusia el “Día de la Cosmonaútica”.
Y es que tal día como hoy del año 1961, un hombre de tan solo 27 años, Yuri Alekséievich Gagarin, en ruso Юрий Алексеевич Гагарин, se convirtió en el primer hombre en viajar al espacio.
Lo hizo en la cápsula “Vostok I”. Había sido creada por el ingeniero y diseñador espacial Serguéi Koroliov con la ayuda de otros personajes como Ivanovski o Semion Kosberg y Alexei Mijailovich Isaiev que fueron los responsables de los motores que habrían de propulsar a la máquina y al hombre al espacio exterior, los motores que llevarían a Yuri Gagarin a ese lugar del cosmos en el que nadie antes había estado.
La “Vostok” era una esfera de 2,3 metros de diámetro, pesaba escasamente 2500 Kg y estaba unida a un espacio cilíndrico del mismo peso en el que se alojaban los sistemas necesarios para su funcionamiento. Fue lanzada desde el cosmódromo de Baikonur a las 09:07 de la mañana, en un especial día de primavera con el cielo despejado y azul y, a una velocidad de 28000 km/h, dio la vuelta a la órbita de la Tierra. Después de 1 hora y 48 minutos, con apogeo de 327 kilómetros y perigeo de 175, faltaba por realizar la parte más peligrosa de la misión: la “Vostok I” y su tripulante debían emprender el camino de regreso a casa.
Yuri Gagarin abandonó la cápsula y saltó a 7000 metros de altura sobre Siberia. Había sufrido la ingravidez, había sentido una fuerza de valor hasta diez veces su propio peso y la reentrada en la atmósfera había hecho que la “Vostok I” alcanzase temperaturas de 1000 grados Centígrados. Yuri Gagarin había viajado nada más y nada menos que por el cosmos y había llegado, sano y salvo, de vuelta a la Tierra.

Había nacido en Gjastak, el 9 de Marzo de 1934, en una familia humilde en la que el padre trabajaba como carpintero.
No medía más de 1,62 metros de altura y no llegaba a pesar 69 kilos, sin embargo su preparación física era excepcional y poseía una extraordinaria capacidad mental capaz de superar momentos y situaciones de gran dificultad y tensión. A estas características unía un caracter abierto y jovial, su simpatía arrolladora y la sonrisa que acompañaba a unos increíbles e intensos ojos azules.
A la vuelta de su viaje espacial Yuri Gagarin recibió todo tipo de honores por parte de las autoridades y del pueblo de la antigua Unión Soviética. También fue reconocida su hazaña en otros países a los que viajó y de los que recibió felicitaciones y homenajes. Se hicieron películas y se escribieron libros sobre él y su aventura, se inauguraron calles y plazas con su nombre, los niños estudiaban su vida en las escuelas, visitaba los muchos lugares desde los que se le reclamaba y hablaba de su vuelta a la Tierra dentro de su cápsula, representaba con orgullo a su país,...era un héroe.

Pero nunca más volvió a viajar al espacio. Las autoridades rusas no le dejaron. Pensaban que el riesgo era muy alto y que no podían permitirse perder una figura tan emblemática, tan querida por el pueblo. Incluso le retiraron su licencia de piloto.
Una vez recuperada esa licencia, varios años más tarde, Yuri Gagarin pilotaba junto con un instructor un MIG-15. Realizaba un vuelo rutinario y sin saber el motivo el MIG se estrelló a 150 Km al oeste de Moscú hundiéndose seis metros en el suelo y muriendo el instructor, Vladimir Sirioguin, y él mismo. Era el día 27 de Marzo de 1968 y Yuri Gagarin tenía, tan sólo, 34 años. Parece ser que el vuelo de otro avión causó extrañas turbulencias difíciles de superar por el MIG y que las condiciones climatológicas, bastante adversas, hicieron el resto.

Otras versiones dicen que Yuri Gagarin no llegó a morir pero que el estado en el que consiguió sobrevivir era tan terrible que las autoridades decidieron ocultarlo al pueblo. También se ha contado que todo fue una trampa y que en realidad se había vuelto “incómodo” para los altos poderes y que éstos lo asesinaron. Incluso alguién escribió que nunca llegó a superar el no poder volver al espacio y que eso le llevó a una inestabilidad mental importante que debía esconderse. Se llegó a decir que bebía, que bebía mucho y que esa fue la causa del terrible accidente.

Supe de Yuri Gagarin al abrir mi libro de “Ciencias Naturales” de 4º de EGB y ver una foto suya. Cuando leí su historia pensé que era el hombre más valiente del mundo y, desde luego, el más guapo. Siempre que cogía el libro buscaba la foto y pensaba cómo sería volar, viajar al espacio, ver la Tierra desde el cosmos, y miraba y volvía a mirar su cara y sus ojos azules.
Así que no puedo creer ninguna versión extraña sobre su muerte. Valga por esta vez no buscar más y saber que Yuri Gagarin, un 12 de Abril de 1961, viajó con la “Vostok I” tanto y tan rápido que consiguió acercarse a las estrellas y valga creer que, unos años mas tarde, desde un MIG-15, simplemente, volvía a ellas.

Debajo de la foto que tantas y tantas veces yo miraba de pequeña, ponía: “Yuri Gagarin, el primer cosmonauta de la historia”.

miércoles, 4 de abril de 2007

Viajar

"El Gótico" (Burgos, Abril 2005)
Hoy martes, 3 de abril, de madrugada, con la maleta lista para viajar mañana, se me ocurre que:
Uno:
Deberíamos, siempre que pudiéramos, subir en un avión y marchar lejos y tener presente que hay mundos y gentes a muchos kilómetros que merece la pena conocer.
Dos:
O conducir el coche sólo media hora desde la ciudad hasta los dos pueblos más cercanos que encontremos pensando que habrá alguién, en un lugar remoto, con el deseo de viajar al lugar dónde nosotros acabamos de llegar.
Tres:
La mínima muestra de educación sería aprender a decir “buenos días”, “gracias”, “por favor”, “adiós”,...en el idioma que corresponda. Sí, la persona que sabe inglés no sabe francés o al revés, lo normal es no saber bien ninguno de los dos idiomas, el turco es difícil y el cirílico de los rusos un alfabeto imposible...en cualquier caso, deberíamos hacer el esfuerzo.
Cuatro:
Al estar paseando por una calle de un casco antiguo, observando un cuadro pintado por ejemplo por Caravaggio, mirando una plaza típica de cualquier lugar,...convendría pensar en el momento único que estamos viviendo. E imaginar cuántos y cuántos otros, antes que nosotros, habrán disfrutado, quizás hace siglos, de esa misma calle, esa plaza, de ese cuadro...
Cinco:
Se impone en algunos lugares renunciar a las ensaladas y beber agua embotellada, pero eso no debería impedirnos estar abiertos a nuevos sabores, nuevos olores en las cocinas, y probar y disfrutar comidas que habitualmente no comemos, y beber nuevos licores.
Seis:
Sería bueno recordar a Kavafis cuando dice
“Detente en los mercados fenicios
para comprar finos objetos:
madreperla y coral, ámbar y ébano,
sensuales perfumes, -tantos como puedas-...”
y comprar regalos, simples detalles que sean la muestra de que, a muchos kilómetros, durante unos instantes, pensamos en alguién.
Siete:
Por lejos o cerca que uno vaya debe siempre, siempre, volver. Siempre.
Ocho:
Se podrían pasar ratos muy divertidos y muy interesantes (y no sólo es deformación profesional) si se hiciera una visita, en todas las ciudades en las que se pudiese, a los museos de Ciencia y Tecnología. Y uno podría encontrarse con Galileo, von Braun, Lindbergh, los hermanos Wright o los Lumière, Volta, Edison...
Nueve:
Sería necesario, cuando se está en un aeropuerto pasando por controles, registros, escáners...no pensar en lo esclavos que somos por la necesidad de seguridad y repetir, pensando en Machado y en Soria: “caminante no hay camino...se hace camino al andar...”
Diez:
En este país de nacionalismos y nacionalistas, los de la “gran patria” y los de las “otras patrias” más pequeñas o medianas o lo que sean, podríamos agarrarnos ilusamente a la idea que una vez alguién expresó, la idea tan sencilla como imposible de que el nacionalismo se cura viajando.
Once:
Y sobre todo, por encima de todo, ocuparse de lo esencial, de lo imprescindible, dar importancia a lo que más la tiene y leer uno de los poemas de Gil de Biedma. Ese titulado “Compañeros de Viaje”.


"Madrid en ruso" (Aeropuerto de Domododevo, Moscú, Agosto 2006)

 
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