viernes, 31 de julio de 2009

Born to run




Has sido, ahora que me paro a pensar, como “El Boss”, de ésos que nunca fallan, de los que responden siempre. Sólido, leal, potente. Por carreteras, calles, autopistas y caminos, dándolo todo, born to run...

Tu cuentakilómetros se paró ahí...


... pero tú seguiste rodando varios años más. Habrás pasado de los 250.000, seguro.

El gobierno con el “Plan Renove” da 2000 € por tí. No tienen ni puta idea de lo que vales, aún ahora, que dentro de nada serás chatarra.
Porque en el sentido figurado y más literal de la expresión, pensando una vez más en éso de “Compañeros de viaje”, tú has sido, querido Renault 19, uno de los mejores.


domingo, 26 de julio de 2009

Déjame esta noche...

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"Soñar contigo", del disco "Los mares de China" de Toni Zenet


Para Miguel, que siempre me trae música...

lunes, 20 de julio de 2009

Un pequeño paso

No fue del todo justo. Pero fue.
Y es que en aquélla entonces famosa y disputadísima carrera espacial, los rusos fueron siempre por delante.


Mientras los americanos fracasaban, intento tras intento, con su “Proyecto Vanguard”, los rusos fueron los primeros en enviar al espacio y hacer que funcionara un satélite, el “Sputnik I”, en el año 1957.

Poco después vendría la intención de lanzar naves con animales. Ahí sí que desde los Estados Unidos se hicieron varios intentos con ratones, perros, monos... ninguno consiguió lo que los soviéticos que, adelantándose de nuevo, ponían en órbita a la perrita Laika.

Y cuando se tomó el enorme riesgo de enviar al espacio a personas, Alan Sephard realizó un vuelo de poco más de noventa kilómetros de altura, pero pocos lo recuerdan, porque fue el segundo. El primero había sido, tan sólo un mes antes, el 12 de Abril de 1961, el cosmonauta ruso Yuri Gagarin.

También era rusa la primera mujer de la historia en viajar al espacio, Valentina Tereshkova. Lo hizo en la “Vostok 6” en 1963.


Efectivamente los rusos se adelantaban continuamente a los americanos. Pero no pudieron hacerlo con el logro más importante, el más significativo.

Tal día como hoy hace cuarenta años, un 20 de Julio de 1969, culminaba el proyecto “Apolo XI” y el “Eagle” se posaba en el “Mar de la Tranquilidad”. Del módulo lunar descendió Neil Armstrong. Después lo haría Buzz Aldrin. Entre ambos colocaron en la Luna la bandera americana.
Y fue una gran hazaña. Quizás no del todo justa para los rusos, pero una gran hazaña, "Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la Humanidad".




Para Alejandro Breck Matus, de Cosmonauta a Cosmonauta

jueves, 9 de julio de 2009

El día en que...

Cuando cumplí dieciséis años mi hermano me regaló dos libros. Uno de ellos era “Crónica de una muerte anunciada”.
Leí:

“El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana...”

El contar en la primera frase lo que iba a ocurrir, la precisión de las 5.30, ese nombre tan sonoro, Santiago Nasar, y la tragedia ya sabida... todo ello me atrapó, en ese momento y para siempre, nada más abrir el libro.
Aquél todavía caluroso 6 de Septiembre comencé a leer a García Márquez. Y empecé, aún sin darme cuenta, una costumbre que he seguido desde entonces, leer a García Márquez en verano.

Y es que el sol intentando entrar por una persiana a medio bajar, el bochorno de la hora de la siesta, las altas temperaturas de los días de Agosto o las estrellas y el sonido de los grillos de las noches de Julio, hacen más poderosas, si cabe, las palabras de Gabriel García Márquez, y es fácil imaginarse en Cartagena de Indias, en el río de La Magdalena, en Aracataca o en cualquier lugar del Caribe, en el mismísimo Macondo...
Y leer a García Márquez se convierte en algo especial, algo tan mágico como su propia novela.
Sus palabras hacen posible sentir de verdad el amor entre Florentino Ariza y Fermina Daza, después de toda una vida, o la desolación del coronel esperando esa carta que nunca llega. Y el dolor del amor y de los exorcismos de Sierva María en “Del amor y otros demonios”. Y el terrible sufrimiento de la cándida Eréndira. Los ambientes de Gabriel García Márquez envuelven de tal modo que uno se siente en el desolador velatorio de “La hojarasca” o dentro de la inmensa y en otro tiempo espléndida casa presidencial de “El otoño del patriarca” y por supuesto entre Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía y todos y cada uno de sus descendientes hasta el último, Aureliano, descifrando su historia...


“-Cuál es el apuro de salir a la calle -preguntó.
-El correo.
“Se me había olvidado que hoy es viernes”, comentó ella de regreso al cuarto. El coronel estaba vestido pero sin los pantalones. Ella observó sus zapatos.
-Ya esos zapatos están de botar-dijo-. Sigue poniéndote los botines de charol.
El coronel se sintió desolado.
-Parecen zapatos de huérfano –protestó-. Cada vez que me los pongo me siento fugado de un asilo.
-Nosotros somos huérfanos de nuestro hijo –dijo la mujer.”

“El Coronel no tiene quién le escriba”



“Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.”

“El amor en los tiempos del cólera”



“...para eternizar la memoria de Esteban, y se iban a romper el espinazo excavando manantiales en las piedras y sembrando flores en los acantilados, para que en los amaneceres de los años venturos los pasajeros de los grandes barcos despertaran sofocados por un olor de jardines en alta mar, y el capitán tuviera que bajar de su alcázar con su uniforme de gala, con su astrolabio, su estrella polar y su ristra de medallas de guerra, y señalando el promontorio de rosas en el horizonte del Caribe dijera en catorce idiomas, miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir debajo de las camas, allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia dónde girar los girasoles, sí, allá, es el pueblo de Esteban."

“El ahogado más hermoso del mundo”



"...y jugar a la guerra en las calles abrasantes. Pues el calor era tan inverosímil, sobre todo durante la siesta, que los adultos se quejaban de él como si fuera una sorpresa de cada día."

"Vivir para contarla"



“Cuando terminó, Cayetano tomó la mano de Sierva María y la puso sobre su corazón. Ella sintió dentro el fragor de su tormenta.
“Siempre estoy así”, dijo él.
Y sin darle tiempo al pánico se liberó de la materia turbia que le impedía vivir. Le confesó que no tenía un instante sin pensar en ella, que cuanto comía y bebía tenía el sabor de ella, que la vida era ella a toda hora y en todas partes, como sólo Dios tenía el derecho y el poder de serlo, y que el gozo supremo de su corazón sería morirse con ella. Siguió hablándole sin mirarla, con la misma fluidez y el calor con que recitaba, hasta que tuvo la impresión de que Sierva María se había dormido. Pero estaba despierta, fijos en él sus ojos de cierva azorada."

“Del amor y otros demonios”


Se podrían elegir muchas palabras de García Márquez. Unas frases de cada página de cada relato de cada obra suya, pequeñas muestras como las anteriores. O como el relato magnífico y rotundo del final de las siete generaciones de la familia Buendía y del pueblo de Macondo.


“...y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.”

“Cien años de soledad”

 
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