Viajar en tren
Fuí, viajé, hace tan sólo unas semanas, a casi 1000 km, y el largo trayecto lo hice en tren, y de noche. La delicia de todo viajero.
A pesar de la cómoda litera en la “cabina preferente”, dormí poco y pensé más.
Y recordé trenes y a personas y lugares. Muchos destinos y estaciones, muchos momentos guardados simplemente en mi memoria, otros, unos pocos, recogidos en algunas fotografías...
Y volví.
Y en el “Trenhotel” número 945 regalaron a cada viajero un libro en cuya portada se leía “La biblioteca férrea”y “La tierra que persigue”. Disfruté del viaje y de la lectura de cuentos y poemas. Entre ellos, por ejemplo, estos versos de Javier Lorenzo Candel:
“...se oye el murmullo ahora del tren en las traviesas,
su perfección es música
que apaga los sonidos de los campos.
Veloz el movimiento atenúa el paisaje,
verde, marrón. La estepa va prendida
en el ritmo de la locomotora.
Este tren sigue al norte. Con su prisa,
el paisaje es historia
que impone esa verdad de la consumación,
la oculta centinela del olvido.
El recuerdo y su luz pertinaz sobre las sombras
son el final del viaje.
Que entre despacio el mundo delante de mis ojos.”