Ezequiel 25,17
Mi hermano y yo estamos viendo, por enésima vez, “Pulp Fiction”.Bruce Willis va a su apartamento a buscar el reloj que “carita de fresa” ha olvidado. Allí se encuentra con John Travolta. Después de mirarse unos eternos segundos le dispara y Vincent Vega cae agujereado.
--¿Conoces a alguién que haya matado a alguién? –le pregunto a mi hermano.
--¿Quéee? Noo....¿Cómo? Noooo, claro que no...
--¿Y a alguién que haya disparado a alguién? –insisto.
--Pero...pero ¿qué dices?. Noooooo. No. Por supuesto, noooo...
Se queda como pensando “¿qué se le habrá ocurrido ahora a la loca ésta?”. Le miro. Le digo:
--Yo sí.
--¿Cómooooooooooo? ¿Que tú síiiii? Perooo...¿quién? ¿quienes? Ahora es a Bruce Willis al que han disparado. Butch corre a pesar de llevar la pierna herida intentado escapar de Marcellus Wallace.
--En la guerra el abuelo de J. mató a un hombre que días antes había hecho fusilar a medio pueblo. Antes de huir a Francia fue a su casa y lo mató.
--Joder...
--¿y el que había disparado a no sé quién? –me pregunta
--Ah...tú también le conoces.
--¿Quéeeeeeeee? ¿Que yo le conozcoooo?
La pena que me produce todo lo que me ha venido a la cabeza se ve compensada con la risa que me da ver las caras de alucine que pone mi hermano.
--Sí, le conoces: es S. el amigo de...
--¿Cómoooooooo? ¿Que S. disparó a alguién?
--Sí, a tres personas. Hubo un herido.
--Joderrrrrrrrr...¿por qué? pero....¿cuándo? ¿cómo? joderrrr...—repite mi hermano atónito.
Y le cuento historias de miedo. Historias de drogas y de alcohol pero sobre todo historias de heroína. De enganchados que acaban con todo y con todos, de robos, de policía y detenciones, de la novia que se aparta pero al final también cae, del amigo del otro amigo que muere de sobredosis en el baño de un bar, de gente tirada, de más robos, de atracos, de disparos...
A estas alturas mi hermano está flipando. Me extraña que él, que sabe casi todo (casi) de mí y de mi vida, no sepa nada de todo lo que le cuento.
--Pero S. y su hermana están ahora bien, ¿lograron desengancharse?
--Sí, sí,...se desengancharon, pero la hermana de S. murió de sida hace dos años.
--Vayaaaaaa... ¿Y S. ahora tiene trabajo, lleva una vida normal?
--Sí, bueno, llevaba...ahora está enfermo...está esperando un transplante.
Pienso en cómo la heroína les ha pasado, tarde o temprano, factura a todos.
Pienso en cómo una “buena chica” como yo pudo tratar a chicos y chicas tan “malos”.
Algunos teníamos sólidas referencias familiares y personales que nos hicieron saber permanecer siempre al margen. Intentamos ayudar, queríamos ayudarles, pero nos lo ponían muy difícil. Conseguimos ser prudentes y no jugarnos el tipo. Disfrutamos de lo más bueno de los colegas “malos” y aunque teníamos sólo dieciocho, veinte años, supimos seguir adelante. Y cuando ya nada era posible tuvimos el acierto de romper con aquellos que habían sido nuestros amigos, aquellos “malos” que lo rompían todo.
La peli está acabando. Samuel L.Jackson tiene encañonado al atracador de poca monta que intentaba robar en la cafetería en la que está desayunando. Le pregunta si lee la Biblia y le recita:
“El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel ...”
Pienso en las cosas que quedan tan bien en las películas y que en la vida real, en cambio, son lo más sórdido, lo más cutre, lo más triste y devastador, lo peor de lo peor.Jules sigue manteniendo su “nueve milímetros” a un palmo de la cara del atracador y continúa recitando:
“...y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos. Y tú sabrás que mi nombre es Yavé cuando caiga mi venganza sobre tí.”