martes, 26 de junio de 2007

Ezequiel 25,17



Mi hermano y yo estamos viendo, por enésima vez, “Pulp Fiction”.

Bruce Willis va a su apartamento a buscar el reloj que “carita de fresa” ha olvidado. Allí se encuentra con John Travolta. Después de mirarse unos eternos segundos le dispara y Vincent Vega cae agujereado.

--¿Conoces a alguién que haya matado a alguién? –le pregunto a mi hermano.
--¿Quéee? Noo....¿Cómo? Noooo, claro que no...
--¿Y a alguién que haya disparado a alguién? –insisto.
--Pero...pero ¿qué dices?. Noooooo. No. Por supuesto, noooo...
Se queda como pensando “¿qué se le habrá ocurrido ahora a la loca ésta?”. Le miro. Le digo:
--Yo sí.
--¿Cómooooooooooo? ¿Que tú síiiii? Perooo...¿quién? ¿quienes?

Ahora es a Bruce Willis al que han disparado. Butch corre a pesar de llevar la pierna herida intentado escapar de Marcellus Wallace.

--En la guerra el abuelo de J. mató a un hombre que días antes había hecho fusilar a medio pueblo. Antes de huir a Francia fue a su casa y lo mató.
--Joder...
--¿y el que había disparado a no sé quién? –me pregunta
--Ah...tú también le conoces.
--¿Quéeeeeeeee? ¿Que yo le conozcoooo?
La pena que me produce todo lo que me ha venido a la cabeza se ve compensada con la risa que me da ver las caras de alucine que pone mi hermano.
--Sí, le conoces: es S. el amigo de...
--¿Cómoooooooo? ¿Que S. disparó a alguién?
--Sí, a tres personas. Hubo un herido.
--Joderrrrrrrrr...¿por qué? pero....¿cuándo? ¿cómo? joderrrr...—repite mi hermano atónito.

Y le cuento historias de miedo. Historias de drogas y de alcohol pero sobre todo historias de heroína. De enganchados que acaban con todo y con todos, de robos, de policía y detenciones, de la novia que se aparta pero al final también cae, del amigo del otro amigo que muere de sobredosis en el baño de un bar, de gente tirada, de más robos, de atracos, de disparos...
A estas alturas mi hermano está flipando. Me extraña que él, que sabe casi todo (casi) de mí y de mi vida, no sepa nada de todo lo que le cuento.
--Pero S. y su hermana están ahora bien, ¿lograron desengancharse?
--Sí, sí,...se desengancharon, pero la hermana de S. murió de sida hace dos años.
--Vayaaaaaa... ¿Y S. ahora tiene trabajo, lleva una vida normal?
--Sí, bueno, llevaba...ahora está enfermo...está esperando un transplante.

Pienso en cómo la heroína les ha pasado, tarde o temprano, factura a todos.
Pienso en cómo una “buena chica” como yo pudo tratar a chicos y chicas tan “malos”.
Algunos teníamos sólidas referencias familiares y personales que nos hicieron saber permanecer siempre al margen. Intentamos ayudar, queríamos ayudarles, pero nos lo ponían muy difícil. Conseguimos ser prudentes y no jugarnos el tipo. Disfrutamos de lo más bueno de los colegas “malos” y aunque teníamos sólo dieciocho, veinte años, supimos seguir adelante. Y cuando ya nada era posible tuvimos el acierto de romper con aquellos que habían sido nuestros amigos, aquellos “malos” que lo rompían todo.

La peli está acabando.
Samuel L.Jackson tiene encañonado al atracador de poca monta que intentaba robar en la cafetería en la que está desayunando. Le pregunta si lee la Biblia y le recita:
“El camino del hombre recto está por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel ...”

Pienso en las cosas que quedan tan bien en las películas y que en la vida real, en cambio, son lo más sórdido, lo más cutre, lo más triste y devastador, lo peor de lo peor.
Jules sigue manteniendo su “nueve milímetros” a un palmo de la cara del atracador y continúa recitando:
“...y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos. Y tú sabrás que mi nombre es Yavé cuando caiga mi venganza sobre tí.”

lunes, 18 de junio de 2007

Ocho cosas

Dalia y Güigua me proponen participar en un juego que consiste en escribir ocho cosas sobre uno mismo.
La mezcla que hay en mí de exhibicionismo y pudor me impide escribir tal y como el juego lo requiere, pero no quiero decirles que no, así que se impone hacer trampa.
Selecciono versos de “Hojas de hierba”, “Canto a mi mismo”, “Cálamo”... Sí, voy de tímida en este post, pero para hablar de mí misma elijo nada más y nada menos que a Walt Whitman, y de entre las muchas cosas que escribe hago mías las ocho siguientes:

UNA
“Abro de noche la ventana y miro las estrellas dispersas,
y todo lo que veo, innumerable, es el borde de mundos más lejanos.
Se extiende más y más, expandiéndose siempre...”


DOS
“Respiro, pero dejo que respiren los otros.
Yo no soy orgulloso, sólo estoy en mi puesto.”


TRES
“Busco la más abundante y estrecha camaradería entre los hombres,
pido que crezcan como las hojas las palabras, los actos y los seres...”


CUATRO
“Creo que una brizna de hierba no es menor que la senda que recorren los astros...”

CINCO
“Aclamo la ciencia positiva, un hurra por la demostración exacta...”

SEIS
“Algunas veces con alguien a quien quiero me enfurezco al pensar si no estaré gastándome en un amor que no es correspondido.”

SIETE
“Soy el esclavo perseguido, retrocedo ante la dentellada fiera de los perros,
la desesperación se cierne sobre mí, se suceden sin tregua disparos y disparos...”


OCHO
“He comprendido que no quiero otra cosa sino estar con aquellos a quienes amo,
que me basta con quedarme un largo rato cuando la tarde cae con aquellos que quiero,
que me basta con sentir cerca la carne bella, la carne que es curiosa, que respira y que ama...”

martes, 12 de junio de 2007

Una canción


Cuando a uno le gusta escuchar música intenta siempre escuchar música, oir en cada momento la canción deseada, ir a un bar donde suene lo que nos gusta, poner un cd que proporcione el ambiente adecuado... y es que, como dijo una vez mi “hermanita”, tratamos de remediar algo terrible: que la vida no tiene banda sonora.

Ella me dice que le gusta esta canción de “Muchachito Bombo Infierno”;
una canción viva, con ritmo, perfecta para que esta madrugada compense un lunes triste y difícil
...un día soñando en un sueño soñé, que estaba soñando contigo..”

una canción calentita para una noche calurosa
“...piel con piel, calor con calor... cuerpo con cuerpo...”

y sí, desde luego una canción alegre y positiva
“...bajo un cielo de estrellas mil, hay que ver, precioso, precioso...”

aunque por muy alegre que sea dice:
...ojalá no te hubiera conocido nunca...para no amarte siempre...”

tristes, tristes...

Incluí en el post anterior los nombres de víctimas de eta en tiempos de democracia...

Hay que añadir las víctimas que causó eta antes de la democracia...

Hay que añadir las víctimas del grapo...

Hay que añadir los nombres de las 192 personas que al-qaeda mató aquel terrible 11 de marzo de 2004...

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes , tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

MIGUEL HERNÁNDEZ
Cancionero y Romancero de Ausencias

viernes, 1 de junio de 2007

Exterminio

Lo último que nos ha llegado de los etarras ha sido un vídeo.
En él, detrás de lo que muestran, está eso que ellos llevan más de treinta años haciendo y se les da tan bien: gritar, insultar, matar, amenazar, intimidar, atemorizar, matar, preparar explosivos, matar, mentir, secuestrar, matar, amedrentar, manipular, quemar, golpear, matar, poner bombas, matar, matar, matar...

Y mientras lo emiten en “Tele 5” tengo en mis manos “Días aún más extraños”, el último libro del genial Ray Loriga.
Tomo algunas frases de sus primeras páginas. En ellas, con inteligencia y sensibilidad, como sólo él sabe, escribe:

“...al fin y al cabo, lo poco y mucho que todos esperamos de la vida no es sino la vida misma. Cuando uno lleva a su hijo al colegio tiene todo el derecho a estar seguro de volver a verlo. Hay quienes creen que este derecho puede sernos arrebatado, que hay causas que lo justifican. No es así y lo sabemos todos menos ellos. Por eso me da tanta pena ver las pancartas en las manifestaciones y los gritos dirigidos a unos asssinos que no escuchan, que no pueden escuchar...

...gritarle a un asesino es como cantarle al fuego, el fuego se apaga o nos consume, no se le calma ni se le convence ni se negocia con él, al fuego ni siquiera se le insulta. No vale de nada.
Hay que entender de una vez por todas, que hay cosas que sólo son de una manera y no admiten matices. No hay bandera que valga una vida, la patria es una sopa, un aroma, un recuerdo, un monte, un verso. No hay patria que se refleje en un charco de sangre. La patria no sirve, sólo importan los hombres, las mujeres y los niños...

...me asombra ver la grotesca defensa del método de lucha abertzale que hace el señor Otegi, como si matar de dos en dos, de tres en tres, de veinte en veinte, fuera un horror más pequeño que matar a doscientos de un solo golpe. Es mentira. Los muertos se cuentan de uno en uno, no al peso, y el resultado final es siempre el mismo. Un individuo es la medida exacta del universo. Una vida arrancada es siempre un exterminio
.”


En el vídeo, claro, aparecen encapuchados. Da igual, ya conozco sus gestos y no me gustan.
Prefiero imaginar otras caras, aunque duela terriblemente.

Las caras que acompañaban a...

 
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