miércoles, 29 de agosto de 2007

Nihilismo

Una foto con lágrimas en el último post de Caronte me ha conmovido, y los poemas que le siguen. Me vienen a la cabeza los versos de “Lo fatal”.
En el blog de D. leo “Cómo salvar una vida... (mi vida)?”. Me hago la misma pregunta. Y de nuevo en el pensamiento, Ruben Darío: “ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto...”
Bush quiere 50.000 millones de dólares más para gastar en la guerra de Irak. Y después de leer a Senses necesito ver de nuevo “Hiroshima mon amour”. Lo comento con un conocido que riéndose (de mí) me mira extrañado y dice “¡pero es en blanco y negro y antigua!”. El ignorante se mofa del que tiene un poco de sensibilidad. Y encuentra un coro que le acompaña. ¿Este es el mundo moderno, civilizado, adelantado en el que vivimos?
¿Y el mundo de cada uno, de cada familia, de cada persona? Si van las cosas mal, van mal. Si van bien, está el miedo. La fragilidad de lo que somos puede hacer que todo se derrumbe.
En la tele cuentan que los incendios en Grecia son provocados. La voz en off dice “el hombre que ven en la imagen acaba de ver como morían calcinados su mujer y sus cuatro hijos”. ¿Cómo puede alguién seguir viviendo después de algo así? Mejor dicho, ¿para qué?
Echo de menos personas que me faltan.
Vivir. Cada día. Batalla perdida.
La crisis existencial está servida.

La primera vez que ÉL vió en mí una de esas grandes crisis se asustó. Y me escuchó, me habló, intentó todo para que yo estuviera mejor. Y en las que siguieron ÉL siguió ahí, fuerte ante el desasosiego que produce en mí no encontrarle en ocasiones sentido a nada. Y de nuevo otro año y otra vez. Y de nuevo ÉL siempre conmigo, siempre mostrándome lo bueno de mí y de mi alrededor, compensando mi visión catastrófica de las cosas, dando lo mejor de sí para que yo estuviese mejor.
Hasta un día. Ese día, con todo el cariño del mundo puso sus manos en mis hombros y me miró fijamente. Ese día sumó dos y dos y vió que daban cuatro. Ese día me habló muy seriamente. Y confome avanzaba su discurso, yo, reconociendo la evidencia, cambiaba mi angustia nihilista por risas, muchas risas. Ese día me dijo:

"Nenaaaa, no me vengas con eso de Kierkegaard el “padre del existencialismo”...no me vengas hablándome de Nietzsche...que todo lo que tú sabes de estos dos son los temas de COU que te estudiaste para la Selectividad...
Mira que te he pillado, que esta tristeza profunda ante el mundo y la esencia humana no te da a tí a cualquier hora...noooooo...que esto se te ocurre en Agosto, todos los años, verano tras verano...
Y noooo, no el tres de Agosto, no, nunca, jamás, never. Estos terribles asuntos filosóficos los piensas el 28, el 29....y la crisis se agudiza el 30 y más el 31...
Ni Sartre ni leches....que lo que a tí te pasa es que ¡¡¡de momento no hay más viajes!!! que lo que ocurre es que ¡¡¡¡SE TE ACABAN LAS VACACIONES!!!!!! Déjate de Heidegger y asúmelo, tía.... el uno, o el dos o como mucho el tres: ¡¡¡¡¡A TRABAJAR!!!!!"

Desde entonces sigo sufriendo las crisis de Agosto. Lo que ocurre es que además de sufrir suelo acordarme de aquél día y me río mucho.

 
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