miércoles, 23 de mayo de 2007

El alcalde de Sevilla

Uno: Me parece fatal
Me parece fatal que en algunos “círculos” no saberse el nombre de todos los hijos de los Reyes Católicos suponga una laguna imperdonable y en cambio dé lo mismo no conocer a Edison, por ejemplo; o que no haber leído “El Quijote” sea un crimen (que lo es) pero que no le importe a nadie qué dice la 2ª Ley de Newton (no una ley de un mindundi cualquiera, no, la 2ª Ley de Sir Isaac Newton).

Dos: Me mosquea mucho
Vale, bien, admitamos que todos hablamos a veces de cosas de las que sabemos poco, pero hay quien no tiene ningún sentido de la medida y suele hablar y hablar mucho de cosas de las que no sabe nada de nada.
Esto me mosquea mucho porque pasa, especialmente, con temas relacionados con la Medicina (me aplicaré mi propia receta, nunca mejor dicho, y no diré nada de algo que conozco sólo a través de “House”), pasa con cuestiones de Ciencia en general, y pasa con todo aquello relacionado con la Técnica y la Tecnología.
Recomiendo un blog genial, “Malaciencia”, escrito por Alf, que nos dice que se ocupa de “Disparates, barbaridades y patadas a la Ciencia en noticias, películas o incluso en el saber general”. Se pueden aprender muchas cosas leyéndolo. Y tranquilos “los de Letras”: Alf consigue explicar todo tipo de curiosidades con datos y detalles, con rigor y, al mismo tiempo, de forma sencilla y divertida.

Tres: Me “descojono”
En “Malaciencia” me encuentro con unas palabras del alcalde de Sevilla. Está inaugurando la “Avenida de la Astronomía” y a la tercera frase empieza a hablar de la astrología.
Sí, la Astronomía, “eso” relacionado con torpes como Ptolomeo, Copérnico, Kepler o Galileo, lo mezcla, así, con alegría, con “lo otro”, la astrología, lo de la insigne Aramis Fuster o la Bruja Lola.
Me empiezo a poner nerviosa, pero cuando estoy a punto de pasar directamente a la histeria, resulta que el señor alcalde empieza a meter en el mogollón a...¡¡los astronautas!!
Quizás tuviese simplemente un mal día, pero el caso es que habla y habla sin que un mínimo de inteligencia o de cultura básica haga acto de presencia en sus palabras. El lío que se hace es tan tan tan fuerte, que no puedo por menos que olvidar el cabreo y, con perdón, “descojonarme”.

Dice:
“Es muy bueno que haya astrónomos. Estamos en la Avenida de la Astronomía. Está bien que haya astrólogos, pero es fundamental que haya astronautas. Porque ¿qué sería de nosotros los astronautas si no nos dijeran los astrólogos o los astrónomos cómo son las cosas? ¿Qué nos podemos encontrar allí, en el más allá? ¿O qué podemos hacer, o qué podríamos desarrollar nosotros, los que estamos allí, los que nos pisamos el suelo de la realidad de las cosas? ¿Qué sería de nosotros si no existieran los astrónomos y los astrólogos? pero ¿qué sería, qué sería de todos nosotros sin la tarea de los astronautas?”

Merece la pena escucharlo "de viva voz". No tiene desperdicio. Y yo no tengo palabras.

lunes, 14 de mayo de 2007

La vida en rosa

Aviso: "destripo" la película

No sé si se puede decir que “La vida en rosa” es una gran película. Quizás ni siquiera especialmente buena, pero a mí me gustó muchísimo.
Se echan de menos muchos episodios de la vida de Edith Piaf y muchos nombres, hombres y amantes y amigos de los que no se dice nada. También hay canciones que suenan sólo unos segundos que saben a poco y casi no aparecen músicos que hicieron el repertorio que Edith Piaf sabía elegir, seleccionar y cantar y vivir en un escenario.

Pero es que la película no trata de contar una biografía o una historia lineal. Tampoco de presentar una relación de temas, autores, músicos...
Creo que la película intenta transmitir la emoción de una vida única. La película, y por eso me gustó tanto, hace sentir lo que sentí desde el primer momento en el que oí hablar de Edith Piaf y oí cantar a Edith Piaf : amor y pasión sin límites y, sobre todo, envolviendo toda su vida y sus canciones, antes o después, una profunda tristeza llena de desgarro.

Me quedé para siempre atrapada con Edith Piaf al mismo tiempo que mi profesora de la Escuela de Idiomas renegaba de ella.
Nos decía: “No sabía estar sin un hombre, era celosa, posesiva y déspota y después se arrastraba, suplicando. Leed en “L'hymne à l'Amour” cuando dice “Je renierais ma patrie / Je renierais mes amis / Si tu me le demandais...”, o sea, que abandonaría su patria, renegaría de sus amigos si él se lo pidiese...y después añade que haría cualquier cosa si él se lo pidiese...por favor, por favor...¡cualquier cosa por un hombre! ¡qué horror!”
Pero después nos hacía leer, uno por uno y repetir y repetir: “Tant qu'l'amour inond'ra mes matins / Tant que mon corps frémira sous tes mains” (Mientras que el amor inunde mis mañanas / Mientras que mi cuerpo se estremezca entre tus manos...) . Y nos contaba que Edith Piaf estrenaba esta canción en Nueva York, y que esa misma noche el gran amor de su vida moría en un accidente de avión. La canción que Edith Piaf había escrito especialmente para él tiene una frase que dice “si un jour la vie t´arrache à moi”, si un día la vida te arranca de mi lado...

Antes de escuchar “Milord”, la canción que le escribió un Moustaki muy joven mientras era su amante, recuerdo que siempre decía mi profesora que no olvidáramos que el tal milord era un señor que iba de putas, o sea, un putero, añadía, con énfasis. Pero al sonar la canción nos hacía cerrar los ojos y la voz de Edith Piaf llegaba diciendo “Vos peines sur mon cœur / Et vos pieds sur une chaise /Je vous connais, Milord / Vous ne m'avez jamais vue /Je ne suis qu'une fille du port / Une ombre de la rue... “, cantaba que ella sólo era una chica del puerto, pero que el milord podía ponerse cómodo, apoyar los pies sobre una silla y dejarle sus penas en el corazón...y mi profesora leía con la ternura más triste del mundo “vos peines, sur mon coeur, vos peines sur mon coeur...” y nos explicaba la vida que Edith Piaf había vivido de niña en un burdel, enferma y abandonada por su madre.

Se ponía especialmente nerviosa cuando en “C´est l´amour” Edith Piaf le decía a un hombre que le daba sus lágrimas y lloraba para amarle mejor, que compraba con sus lágrimas el derecho de amarle (“J'ai donné, donné mes larmes / J'ai pleuré pour mieux t'aimer / J'ai payé de tant de larmes / Pour toujours le droit d'aimer...). Un día dijo mi profesora algo como: “ya se pone patética, ni caso...nunca hay que pagar con lágrimas...si un hombre te hace llorar, atención, vocabulario, apuntad: “salope” que significa “cerdo” o, tal y como yo lo digo, “cabrón”...”
Pero recuerdo que mientras volvíamos a escuchar la canción murmuró algo un compañero de clase. Ella se levantó, paró la música, abrió la puerta del aula indicándole que se fuese de clase y le dijo, por supuesto en francés, que mientras cantaba la más grande, mientras cantaba la Piaf, nadie abría la boca ni para respirar.

Hablaba de que Edith Piaf había estado marcada por el alcohol y las drogas, que la vida que siempre había llevado la había conducido a la enfermedad, a los quirófanos, a las clínicas de desintoxicación, a un intento de suicidio, a rozar la locura...y, sin embargo, nos recalcaba que nunca defraudó a su público y que lo más importante para ella, absolutamente por encima de todo, era la música.
Jacques Prévert le escribió “Cri du Coeur” y Edith Piaf habla de su voz, su voz que canta: “C'est la voix d'un chagrin tout neuf / La voix de l'amour mort ou vif / La voix d'un pauvre fugitif / La voix d'un noyé...” (Es la voz de una nueva pena / la voz del amor muerto o vivo / la voz de un pobre fugitivo / la voz de un ahogado...)

Esa voz cargada de sentimiento de la mujer que vivió la miseria y la grandeza; la gloria, la admiración de muchos y el pánico a estar sola. Tuvo mucho valor pero siempre acompañado del dolor y la enfermedad. Fue arrogante pero sintió muchas veces miedo. Amó a grandes amores y a amores miserables que acabaron mal. Vivió intensamente la vida y vivió la muerte.
Y al final dijo eso de que no se arrepentía de nada. Aunque estaba ya muy enferma su voz seguía siendo tan poderosa como siempre, y como una rúbrica, firmando lo que había sido su vida, una vida que fue de todos los colores menos rosa, cantó:
“Non ! Rien de rien
Non ! Je ne regrette rien
Ni le bien qu'on m'a fait
Ni le mal tout ça m'est bien égal !
Non ! Rien de rien
Non ! Je ne regrette rien...”

Escucho a Edith Piaf y recuerdo a mi profesora...

 
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